Acerca del film documental de HBO sobre Marina Abramović
por Hernán Marina
 
     
 

Marina Abramović (Belgrado, Yugoslavia; 30 de noviembre de 1946), artista montenegrina de performance que empezó su carrera a comienzos de los años 70. Activa durante más de tres decádas, recientemente ha sido descrita por sí misma como la "Abuela del arte de la performance".
El trabajo de Abramović explora la relación entre el artista y la audiencia, los límites del cuerpo, y las posibilidades de la mente.

¿Desde dónde es esto arte?
En un momento Abramović comenta que, por suerte, en los reportajes ya no le preguntan desde qué lugar la performance o lo que ella hace es arte. Recuerdo haber dado hace un par de años una clínica para coleccionistas donde uno de ellos, al llegar al capítulo de performance y a Marina en particular, me formuló en forma un tanto agresiva esa pregunta: “¿desde dónde se puede decir que esto es arte?“. A los dos meses él y su mujer viajaron a Nueva York y coincidieron con la retrospectiva de Abramović en el MoMA, de la cual el documental de HBO se vale para hablar tanto de Marina como figura, como de la muestra en particular, y me escribieron agradecidos por las clases y la introducción sin la cual, entendían, la muestra les hubiese sido más difícil de “comprehender“.
Dos años atrás, en otra situación docente, un alumno preguntó por los límites sobre performance en tono irónico: “entonces traemos a un payaso, le pagamos diez pesos y es una performance“. Y hace ya diez años, en una eterna mesa redonda en Proa, un renombrado director teatral habló de la performance de un reconocido colega como algo cercano a lo teatral pero que no lo era tanto, y terminaba siendo performance por situarse en ese lugar inclasificable y poco claro.  Por suerte una colega salió a decir que la performance era un gesto que tenía una historia, reglas y situaciones específicas y que no era un algo que quedaba en la nebulosa.
Abramović es muy clara en sus últimas referencias al género de la performance.  Dice que es como una partitura musical (score). Alguien la compone, pero puede ser recreada por otro artista o por él mismo tiempo después, como hizo ella misma con performances históricas y también con sus propias piezas, reinterpretadas por un grupo de performers  guiados por ella en un workshop en las afueras de NYC, previo a la exposición. Lo que no sería lícito, en la visión de Marina, es que los gestos o acciones de la performance fuesen tomados en forma ilegítima por otro artista, o incluso por otro medio como la publicidad.
De cualquier manera, entiendo que al menos localmente la performance no es fácil de ser abordada por cierto público, incluso estudiantes avanzados de artes visuales.   Probablemente, en un medio donde la danza y el teatro han alcanzado mayor desarrollo y apoyo que las artes visuales, esto se haga todavía más complejo.  A la cualidad de partitura Marina agrega otra definición tajante y clara: al actuar se trabaja con ketchup y la acción está en función de un personaje, en performance no hay personaje sino uno mismo, y no hay ketchup sino sangre real.
Esto lleva directamente a toda la serie de performances históricas de Bruce Nauman caminando en forma “exagerada“ sobre un cuadrado dibujado en su taller, Chirs Burden con el célebre “you shoot“ homologando el disparo de la cámara al disparo de un revólver sobre su propio cuerpo, a las acciones de Joseph Beuys, a las de Baldessari, y a todo el Fluxus en general. Hechos y acciones muy concretos encarados por toda la generación de artistas de finales de los sesenta y setenta, tendientes a salirse del “cubo blanco“, a ir más allá de la institución y el mercado del arte. Como escuché decir a Vito Acconci, se trata de una operación en cierto sentido fallida, en tanto que el mercado y lo institucional han terminado de asimilar toda esa producción en el transcurso de las últimas décadas. Y un conjunto de acciones de las cuales se conservan fotos de baja calidad, polaroids borroneadas, o registros en video o 16 mm en blanco y negro con cámara fija, sin el dinamismo ni las pretensiones de muchas de la producción audiovisual actual, a la cual se le cuestiona en muchos casos la “espectacularidad“.
The Artist is Present es interesante de ser vista no solamente como biografía de Abramović sino también como producto de un contexto donde la performance se encuentra totalmente legitimada e integrada a las dimensiones institucional y mercantil del arte, junto con los productos y subproductos audiovisuales y fotográficos que la acompañan.  Así como a finales de los sesenta era bastante poca la preocupación que los artistas de esta generación tenían por el registro de estos actos y su comercialización, mucho de lo que hoy se reconoce como performance termina siendo integrado a un trabajo de video en HD, a veces acompañado de fotos en gran formato o con gran resolución, aptas para copias en gran calidad y tamaño.  En el caso de Marina en particular, por ejemplo, la comisión de “Balkan Erotic Epic“ (una serie de películas encargadas a artistas visuales con contenido erótico) le sirve para armar todo un dispositivo performático alrededor de mitos sobre la fertilidad y la sexualidad en Europa Central, filmar una película que circula en DVD en conjunto con la de otros artistas de equivalente reconocimiento (Destricted, 2006), y al mismo tiempo producir un cojunto de fotografías  de altísima resolución y gran tamaño que circularon y circulan por ferias de arte y galerías en todo el circuito mainstream del planeta.

 The artist is present. La película.
La misma Marina reconoce lo difícil que fue para ella recrear performances históricas de otros artistas, cuyos registros eran de bastante pobre calidad o incluso inexistentes. El pasaje que va desde que la artista vivía en una furgoneta Citroën y su pareja ocultaba el pago por sus performances en el depósito de agua de un inodoro mientras salían desnudos a realizar su trabajo, hasta la figura ciertamente mediática que captura la admiración de Lady Gaga o la atención de HBO, puede ser perfectamente leído como parte de un proceso de avance sostenido de la dimensión mercantil del arte, así como de aceptación general del género de la performance. También de la evolución de una producción surgida de la experimentación, que incluso combina aquella realizada a través del uso del cuerpo con la del medio audiovisual y fotográfico, y que ahora tiene mucho de puesta en escena, -o de hechos performáticos, teniendo en cuenta no solo el instante de la performance “per se“, sino también el hecho fundamental que van a ser registrados, fotografiados y/o filmados en función de la creación de otro registro y de los códigos de otro formato-.  El cuánto influye toda esta dirección de arte,  toda esta postproducción y la cualidad de “staged“ del dispositivo sobre la performance misma, y cuánto el gesto artístico se resiste y sale indemne, es probablemente el problema al que hay que estar más atento. Marina y el curador comentan eso en algún momento de la película.  Si el dispositivo se percibe como actuación o como mera puesta en escena, la obra pierde, y el riesgo es demasiado alto.  Como dice el curador, pierde Marina, pero también pierde la performance en general.
Mucho de la megalomanía del personaje va en esa dirección.  La inclusión en la muestra de la furgoneta Citroën donde pasó su “mítica“ juventud con Ulay, de hecho, es bastante discutible. La película sí muestra mucho de lo que provoca en sus “fans“: gente que quiere desnudarse ante ella o un visitante que se tatuó en el brazo la cantidad de veces que alguno llegó a ver a Marina a los ojos.
The artist is present es la obra central de la retrospectiva. Es además la nueva obra que se presenta en Moma y de la que HBO se vale para el título del documental.  Marina, durante todo el transcurso de la muestra, que empieza en invierno y termina ya casi durante el verano, está sentada en una silla sin moverse. El gesto reside en mirar a los ojos a cada espectador que se siente frente a ella en una silla.    Marina, el espectador, dos sillas y una mesa, que los últimos días de la exhibición será quitada por propia decisión del artista para acortar la separación entre ella y su interlocutor visual.
La obra es asimismo una cita de una obra anterior donde ella estaba sentada con su ex pareja frente a frente.  Ahora está ella frente al espectador ocasional, durante todas las horas que dura la muestra, desde el inicio hasta el final. Un gesto que parece simple pero que ciertamente es extremo.  El estar tantas horas por día sentado inmóvil y sosteniendo la mirada  de otra persona es agotador, lleva hacia los límites, y si bien no se los menciona directamente en la película, es un gesto posible gracias a todos sus entrenamientos corporales de distinta índole, entre los que se incluyen las prácticas para vaciar la mente a través de posturas corporales extremas de los budistas tibetanos, entre otras.  Todo un mundo de sensaciones para quienes se atreven a llevar la disciplina corporal al extremo, y más aún entre quienes consideran ese camino como la “via regia“ del arte.  Como señala Marina, mediante el dolor (pain) es posible que la mente alcance otro estado, que a ella le sirve en su praxis artística, ciertamente.
El poner el cuerpo pero al mismo tiempo poner la cámara no es algo nuevo para Marina. Además de Balkan Epic (2006), hay otro antecedente de un  documental sobre Abramović donde mezcla sus primeros trabajos con una actuación sobre sí misma.  En otra oportunidad, en la película de Pierre Coulibeuf “Balkan Baroque“ (1999), auspiciada por el ministerio de cultura francés, Marina “actuaba“ de sí misma como si fuese un biodrama. Allí en código más de televisión europea que de documental de HBO, se muestra a la artista como una especie de celebrity que atiende desde una oficina en Amsterdam con relojes con las horas de las principales capitales, debatiéndose sobre si venir a Buenos Aires a bailar tango mientras repasa su biografía y sus performances rodeada de asistentes vestidos de traje.  Combinando voz en off (Marina), algunas acciones de un presente ficcionado donde se amplifica el volumen sobre su personaje, y la recreación y registro de performances del pasado, el resultado es muy interesante, y su frase final lleva directamente a este nuevo producto documental: “estoy mirándote, tú me estás mirando. Este no es el pasado, no es el futuro.  Esto es aquí y ahora“.
El documental de HBO cumple con varios objetivos: registra la exposición en MoMA y a la vez un momento consagratorio, discute temas relativos a performance, y vuelve a aspectos mistificados de su propia biografía: su abuelo religioso, su madre partisana, y lo que derivó de esa herencia tan estricta, ella misma. La edición del material es impecable, y el timeline avanza fluídamente en una especie de reality sobre cómo ella lleva los preparativos y luego sus sensaciones durante todo el transcurso de la exposición.  Cómo los días van siendo tachados como si estuviese en una celda de una cárcel, hasta llegar al momento final; su resistencia física, los desafíos que plantea la “no acción“ como acción artística. Fragmentos de entrevistas con el curador y con su ex pareja Ulay son intercalados con el registro de la muestra, registros históricos y reportajes a Marina durante el show, y también las sensaciones del público presente. 
Más allá del formato televisivo, del suceso popular de su presentación, de la vieja furgoneta Citröen, de los excesos de su figura, de las ironías que puede despertar su “entrega“ al público, la artista definitivamente está presente, y ese gesto vale la pena de ser apreciado, incluso frente a un monitor.




Bibliografía y filmografía: Heiser, Jörg: "Do it again“ (conversación de Marina Abramović con Monica Bonvicini (Frieze Magazine; Londres, Octubre 2005)
Obrist, Hans Ulrich: Conversación entre Marina Abramović y Gregory J. Chaitin („Interviews. Vol I“, Edizioni Charta ; Milan, 2003)
„Balkan Barroque“ (60 min, 1999). Film dirigido por Pierre Coulibeuf. Texto de Abramović y Coulibeuf. Producido por el Institut National de l'Audiovisuel (INA) [fr]

“Balkan Erotic Epic” (13 min, super16 mm, 2006). En Destricted (comp.)

“The artist is present” (2012). Directores: Matthew Akers, Jeff Dupré. Con Marina Abramović, Ulay, Klaus Biesenbach y otros. Producido por HBO.




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Hernán Marina (Buenos Aires, 1967) vive y trabaja en Buenos Aires.  Es artista visual, docente y sociólogo.  Su obra abarca distintos formatos y soportes.
Durante los últimos años, su obra fue presentada en muestras tales como el International Film Festival Rotterdam (XL Program, 2011), “Narrativas inciertas” (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 2010), “Modelos para Armar” (MUSAC; Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, 2010), “Cine y Casi Cine” (Museo Reina Sofía, Madrid) y ARCO Project Room 2007. 
El año pasado publicó el libro “Die Deutsche Reihe” (La serie alemana, Arta Ediciones).

 hmarinaestudio@gmail.com

 



 
     
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