Entrevista a Alberto Goldenstein
por Dany Barreto y MSDansey
 

Bienal Arte Joven 2013, Bs As. Dany Barreto, Alberto Goldenstein y MS Dansey

   
 

Goldenstein conoce la cifra. La tiene. Los cálculos le demandaron años de estudio paciente y dedicado. No la revela, claro, no podría, pero se la puede conocer a través de sus fotos. La historia de la fotografía, el proceso fisicoquímico, sus técnicas, sus aplicaciones, desde la práctica científica al uso vulgar de los turistas, desde su basamento documental hasta el cielo ficcional de las redes sociales: la lógica del fenómeno de la fotográfico anima a cada una de sus imágenes.

Valiente, táctico, amoral, Goldenstein, padre de la fotografía contemporánea argentina, camina el mundo, silencioso, mirando. Tratando de comprender su propia mirada. Porque aunque este hombretón largo y anguloso pareciera diluirse, ausentarse para dejarnos solos ante lo fotografiado, es en ese momento cuando está más presente que nunca, incorpóreo y absoluto, en la mirada que hicimos nuestra. Ya se sabe, el que saca la foto nunca aparece y es la misma imagen la que señala su presencia. Por eso decidimos cambiar el sentido, enfrentarlo y disparar.





db - ¿Cómo fue tu infancia?

Soy de la ciudad, porteño, del barrio Monserrat. Hijo único. Nacido y criado en departamento. Infancia normal.

db - ¿Tus padres tenían algún vinculo con el arte?

Ningún vinculo con el arte.

msd - ¿Qué hacían?

Mi padre era viajante de comercio, rumano, y mi madre era ama de casa y argentina. Él era inmigrante, tenía la mirada del inmigrante.

db - ¿Hacías taller de arte de chico?

Nada. No tenía ninguna relación formal con el arte. En mi familia no había artistas. Lo que sí había era una relación con la cultura, mi papá era muy lector, tenía una biblioteca muy grande. En sus viajes llevaba libros, leía mucho. Escribía muy bien. Epistolar, escribía cartas en sus viajes, todo el tiempo. Y resultó ser también buen fotógrafo; me tomaba muchas fotografías, como ésta donde tenía 15 años  y estábamos en Bariloche. O la anterior, en la que estoy en Mar de Plata en el monumento al lobo de mar y tengo la alegría inconsciente del niño. Ya acá empieza a aparecer la sombra melancólica del adolescente.

msd  - Se ve en estas fotos una complicidad con tu padre.

Sí, viajaba mucho con él. Me gustaba viajar con él.

db - ¿Por dónde eran esos viajes?

En general por el sur, la costa patagónica. Y por Río Negro, por el valle hasta Esquel.

db - ¿Tu papá sacaba fotos de todo?

No, pero recuerdo que él tenía una mirada fotográfica. Cuando viajábamos en auto todo el tiempo me contaba cosas, me explicaba todo, me hablaba de los pueblos, de la historia de los pueblos, historias de  cuándo se hizo esa ruta, de los carteles, del paisaje, las personas, era un buen relator. Entonces cuando tomaba la cámara y hacía una foto -pocas veces, pero cuando lo hacía- tenía el cuidado del relator.

msd  - ¿Y en esos viajes vos hablabas? ¿Le contabas algo o hablaba él?

Hablaba él. Me iba explicando y describiendo todo lo que veíamos a través de la ventanilla del auto. Esto es así, esto es asá. Le gustaba mucho la política. Hablaba de política.

msd - ¿Peronista o antiperonista?

Era radical. Antiperonista, sí. Había toda una tradición por el radicalismo en la familia, tenía un tío diputado radical por la provincia de Rio Negro. Pero tenía una mirada muy extrañada de la política argentina, él hablaba como desde afuera, viendo a la Argentina como un país inmaduro.

db - ¿Qué intereses tenías vos de chico?

Era un consumidor inconsciente de arte y literatura. Leía mucho y miraba mucho arte pero sin una consciencia, sin una búsqueda. Si no como figuritas que me fascinaban. Y en ese sentido yo me acuerdo que lo primero que vi y me impactó enormemente fue Brueghel. Había un libro de él en casa y me encantaban esas imágenes, porque tenían algo como de literatura fantástica, hablaban de un mundo que ya no existía, tenía algo de ilustración de cuento, muy narrativo, hablaba de la edad media y eso a la vez yo lo asociaba con los cuentos de hadas, castillos… entonces yo de chico miraba ese libro y era como ver un cuento de hadas, me pegaba por ese lado.

msd – Ahora, y ¿por qué ese niño eligió estudiar economía?

Me encantaban las matemáticas. Había algo de la lógica abstracta y pensar la lógica que me encantaba. Cuando terminé el secundario había que estudiar sí o sí, y yo lo que pensaba era ser matemático, preguntándome cuál era la función social del matemático, y de ahí derive en las matemáticas aplicadas. Pensé en arquitectura, pero no me iba a bancar toda la vida siendo arquitecto. Así que me fui para la Economía. Hice hasta tercer año y ahí la cabeza me empezó a hacer un ruido rarísimo.

msd - Pienso dos cosas: una que la economía no deja de ser una ciencia social también y segundo que vos estudiaste durante la época de la dictadura. ¿Cómo era la facultad, estudiar en ese momento? ¿Cómo viviste la búsqueda de la identidad en ese contexto?

Era muy raro. Sufría lo que se sufría. Alguna vez me tuve que ir por la ventana de la facultad, había habido una toma y después represión. Yo no militaba, no tenía una vocación pero sí tenía amigos que lo hacían. Creo que yo había absorbido esa perspectiva medio de inmigrante de mi papá, todo lo miraba desde una perspectiva algo espantada, lejana. Me sentía como en el medio de un tiroteo y yo no quería participar en eso, me sentía en un mundo que estaba en medio de ese tiroteo.

db - ¿La fotografía ya estaba ahí?

No. Pero justo ahí empezó a estarlo, porque lo que sucedió es que dejé la facultad. Yo ya trabajaba en economía, trabajaba en una financiera, y viajaba. Ganaba bien y lo que hacía con la plata era viajar. Compré una cámara, hice un viaje largo a Europa y fotografié durante todo el viaje; registré todo en diapositiva y cuando volví lo edité. Hice como un especie de audiovisual, muy sistemáticamente y sin ningún tipo de parámetro. Y lo empecé a proyectar, primero a mi familia, a amigos. Mi mamá hacía o armaba unas sesiones. Era larguísimo, pero a la gente le encantaba. Mi mamá hacía un intervalo y servía bebidas, comidas, organizaba el evento, era como una productora. Y después me empezaban a invitar amigos y amigos de amigos para que les proyectara el viaje, empecé a salir como de gira.

msd - ¿Que tenía de especial?

Las fotos eran muy atractivas. Yo fotografiaba con la intención de que el que viese las fotos sintiera que estaba ahí.

db - Estabas pensando en un público.

Estaba pensando en un público. No eran para mí solo, las fotos estaban pensadas para compartir.

db - Había algo muy contemporáneo en ese proceso, pensar las fotos para compartir como en las redes sociales, facebook, flickr…

Completamente. Para mí fotografiar era relatar. Y no era tener el recuerdo de nada. Eran una manera de relatar, una manera de transferir experiencia.
Para mi ese viaje fotografiado es mi primer trabajo prehistórico e inconsciente.

db - ¿Ahí en ese viaje ya empezabas a hacer tus "autorretratos"?

No, ahí le pedía a otros que me sacasen fotos. Los autorretratos fueron más adelante, después de estudiar fotografía. Cuando volví de ese  viaje y después de toda esa experiencia, tuve una crisis personal absoluta y total. Y lo que hice fue renunciar al trabajo, vender el departamento que tenía, e irme a EE UU, sin saber exactamente qué iba a pasar. Tenía la fantasía de que iba a estudiar fotografía, pero no estaba muy claro todavía. Tenia 28. Me instale primero en NY, averigüé para estudiar fotografía y no me cerró. Me fui a Boston, donde tenía amigos y la ciudad tenía otra escala. Encontré una escuela y me aceptó. Y fue ahí donde entendí todo lo que me había pasado desde 10 años atrás hasta ese momento. Y entendí para adelante también.

msd - En una entrevista decías: "me transformé en fotógrafo".

Sí, así fue: transformación. Fue transformación y encuentro, encontrarme con una respuesta a una pregunta que tenía flotando.

msd – Con todo lo que contás del audiovisual y de la foto como relato, es raro que no se te haya dado por el cine.

Era mi fantasía; pero en esa época que me fui a Boston, era inabordable la idea de hacer cine. Ahora agarrás una camarita y hacés cine. Y mi segunda fantasía era la publicidad.

msd  - La fotografía irrumpe en los espacios de arte contemporáneo hace tiempo ya. Pero a la vez cada vez más artistas, incluso los que se presentan como fotógrafos, la usan más como un medio que un fin, la posproducen hasta transformarla en otra cosa, le dibujan encima, la pintan, hacen collages, maquetas, fotos de las fotos, pareciera que es solo un recurso más que un lenguaje. ¿Cómo ves eso, vos que sos un purista, que sos un fotógrafo-fotógrafo y a la vez un artista hecho y derecho? ¿Qué es para vos la fotografía pensada desde el arte contemporáneo?

Para mí la fotografía es un problema. Aunque a veces parece que la fotografía es una solución. Es un problema porque la fotografía es muchas cosas al mismo tiempo. La fotografía es arte y la fotografía no es arte. La fotografía es una práctica contemporánea y no es una práctica contemporánea. La hace todo el mundo, y con la fotografía es muy difícil hacer algo. Esencialmente la veo como un problema. Yo lo que hago es una apuesta dentro de la fotografía y dentro del arte contemporáneo; mi apuesta es hacer con ella lo que la fotografía es para todo el mundo, usarla como la usa todo el mundo, y que eso sea arte contemporáneo.

db – ¿Te gusta que sea un problema, es lo que la hace atractiva?

Para mí es genial, porque si no la fotografía es algo muy fácil. La fotografía no tiene problemas técnicos, no es más una artesanía, no tiene ninguna importancia en ese plano. La fotografía es un arte conceptual cien por ciento, para mí. Porque es una suma de decisiones. Cuando veo una foto, lo único que veo es todo lo que el fotógrafo decidió. Todo el mundo saca fotos buenas, lindas. ¿Saco una foto grande? ¿Una chica? ¿Hablo de los pobres? ¿De los ricos? ¿Qué hago con la cámara? Es un problemón.

msd - ¿Y qué haces con la cámara?

(silencio, piensa, sonríe) Primero que todo la paso bien…

msd -¿cómo seria tu relación con el mundo sin la cámara?

Insoportable. Yo diría, cómo sería la relación del mundo conmigo sin la cámara, eso sería más problemático. Para mi la cámara es una manera de vincularme, una manera de entender… A ver, a ver… Lo que hago con la cámara es fotografiar el mundo, lo que se hizo en toda la historia de la fotografía. Fotografío el mundo, mi época y… y trato de seducir. Hago eso.

db - ¿Que fotógrafo histórico te gusta?

Cuando empecé a estudiar fotografía yo ya sacaba fotos, como todo el mundo. Lo que estudié aparte de la técnica es historia de la fotografía. No sabía que había fotógrafos y artistas de la fotografía. La idea que tenía de la fotografía como arte era una cosa amanerada que no tenía nada que ver con el arte. Qué se yo. Creo que mi imagen de lo que era arte en fotografía eran los almanaques, eso para mí era artístico. Gatitos, embarazadas, paisajes, mucho claroscuro, mucho qué se yo… paisaje hiperrealista. Yo descubrí -bueno, me lo enseñaron, el arte se aprende- ahí descubrí a los fotógrafos que pensaban a la fotografía como lenguaje y que tomaban decisiones. Y me encontré con fotógrafos que miraban el mundo como lo miraba yo, eso es lo que sentía. Yo tenía la idea que mirar el mundo era una cosa y sacar fotos era otra, y que no se juntaban. Una foto no se tenía que parecer a como uno mira. Una foto tiene que estar bien, y uno mira como mira. Y yo creo que lo que aprendí fue que se puede fotografiar como se mira, y eso lo que me cambió la vida. Y eso lo aprendí de algunos fotógrafos, como Walker Evans, que decidía privilegiar en sus fotos lo que quería. Digamos, podía tomar una foto de un frente, y tomar una distancia con la gente y darle más importancia a un cartel de un negocio. Y a mí también me gustaban los carteles, muchas veces un cartel me llamaba más la atención que una persona. O Friedlander también, que inventaba un orden que respondía a su manera de mirar, no a uno establecido o a una idea de cómo la fotografía tiene que ser. Como fotógrafo puede ordenar el mundo como se le canta, juega con eso. Y otra que me encantaba, me mata, es Diane Arbus. De ella me recontrapegó su manera de mirar a la gente y de ir al encuentro del otro de una manera cruda, desnuda. Sin usar la fotografía para opinar, sino para mostrar.

db - Explicanos un poco la idea de una foto sin opinión.

No me interesan las opiniones, en general. La mía es la primera que no me interesa, quiero aclarar. No me interesan las opiniones de nadie, sobre nada, no me parecen relevantes, no me parece que tengan la menor importancia. Y no me interesa el gusto, son las dos cosas que no me interesan. El gusto es hábito, te gusta aquello a lo que estás habituado. Eso no significa que lo que te gusta tenga valor.

msd  - Leí una entrevista donde hablabas sobre esa foto del boulevard de Mar del Plata, que se parece tanto a una postal. Decías, “vi eso y atravesé mis prejuicios y tomé a la fotografía, fue un acto sencillo de placer." Y cuál era el prejuicio?

El prejuicio lo atravesé cuando decidí ir a fotografiar Mar del Plata, como un proyecto, en 2001, cuando todo se caía a pedazos. Era un buen momento para ir a buscar esa especie de Atlántida, esa ciudad que a alguno se le ocurrió construir, una suerte de Saint Tropez en el medio del barro. Un disparate. Y pensé: ¿yo quiero ser artista contemporáneo y me voy a sacar fotos a Mar del Plata? Tuve que atravesar el prejuicio. Pensando en Walker Evans. Pensando que Mar del Plata no era Mar del Plata. Pensando que daba lo mismo que fuera Mar del Plata o que fuese la India. Desde ese lugar la fotografié.

db - ¿Qué pasaba con tus colegas? ¿Te apoyaron con esta serie?

La verdad que me apoyaban más de lo que me imaginaba. Para mi fue un pivot esta serie. Fue una sorpresa la reacción de los colegas, de los artistas y la reacción de los museos que también adquirieron esas fotos. La primera vez que me compró una obra un museo fue una fotografía de Mar del Plata. Cuando vi el lobo marino en un museo fue increíble.

db - ¿Cuál fue la primera obra que vendiste?

Una de los retratos de artista. El retrato de Oscar Bony, a principios de los noventa.

msd - Contanos del Rojas. Vos fotografiaste a los artista del Rojas, que fue como una nave de personajes, todos muy llamativos, medio escandalosos, festivos y vos en medio de ellos como más silencioso, como una especie de testigo privilegiado.

Eran mis amigos, me encantaba estar entre artistas, sentía que con ellos compartía mi fotografía mejor que con los fotógrafos. Cuando miraban mis fotos, hablaban de cosas que me interesaban más. Y sobre todo eran mis amigos y la pasábamos bárbaro. Para mi fue como un reencuentro con la etapa de EE UU, donde vivía con artistas en un especie de micromundo donde la pasábamos bien. Con los del Rojas era igual. Los admiraba. Los fotografié porque los admiraba. Fotografío lo que admiro, hay algo de homenaje y fascinación en el hecho de fotografiar. Ellos me fascinaban, esa apuesta a la nada. Estamos hablando de los 90, una etapa todavía pre-mercado, y había una especie de sinsentido, una especie de acto de amor y de insensatez, una apuesta al placer. Estábamos en eso, la pasábamos bien. Nos gustaba lo que hacíamos todos. Aunque había un sector del arte al que no le gustaba lo que hacíamos…

msd -  ¿Por afuera del Rojas qué pasaba?

En el Rojas éramos un montón. Muchos distintos. Pero Gumier Maier fue el que lo estructuró, le dio como un cuerpo a eso, e inventó la idea del grupo. Le dio un cuerpo con estructura y status político. Si vos a algo le das estructura política te va a salir el de enfrente, va a salir el que tiene la otra opinión. Ninguno de nosotros teníamos tanta opinión, el que más opinaba era Gumier. Armó todo esto y dijo esto es esto, y esto no es lo otro. Entonces aparecieron los de esto otro, y dijeron esto es una nada, una cagada, arte light, frívolo, superficial, una burla, esto es…
A mí me gustaban cosas de unos y de otros y no me gustaban cosas de unos y de otros. Yo ahí estaba como en los setenta, mirando como discutían dos. Mi interés era oblicuo, siempre lo fue.

db - La fotogalería del Rojas va a cumplir 20 años. ¿Pensaste en ese momento que iba a durar tanto?

(se ríe) Noooo, para nada. Cuando empecé con la fotogalería arranqué con toda la furia. Mi intención, lo voy a confesar, era crearme como un entorno… yo hacía una foto en la que me sentía muy solo. Porque era una fotografía que no obedecía a los cánones de la fotografía autoral que se veía en los lugares de fotografía, como la fotogalería del San Martín, etc. Yo quería mostrar la fotografía de otra manera, quería darle lugar al color, la experimentación, quería romper con ciertos parámetros. Y quería un ambiente para que mi fotografía pudiese ser vista también. Fue darle el lugar a la fotografía que no tenía un lugar en ese momento.

db - ¿Quiénes eran los fotógrafos que acompañaron ésta corriente?

Terminaron acompañando todos. En la fotogalería del Rojas mostraron todos. Todos, porque algunos fotógrafos aprovechaban y mostraban trabajos experimentales que eran difíciles de mostrar en otros lugares y sabían que tenían cabida en el Rojas. Res hacía fotos en blanco y negro prolijitas para el San Martin y después se mandaba zarpes en el Rojas, Marcos López hizo el primer paso para Pop Latino en la fotogalería del Rojas, una instalación donde mezcló botellas de Pinolux con fotos y otras cosas. La primera muestra que armé fue de Paula Zucker, que ahora vive en Chile, que sacó fotos con una cámara de su familia: la madre lavando los platos, medio movidas, unas copias enormes, en color… eso era inaceptable, no tenía contexto, con esto arrancamos, me querían matar. Eran los noventas, había que romper prejuicios. Con mis fotos no tuve nunca problemas, pero con lo que mostraba en la fotogaleria del Rojas, sí. Lo mostré a Aldo Sessa…

msd - ¿Cómo fue eso? Por favor contanos.

Estuvo buenísimo, mostró unas polaroids. El tiene una cámara polaroid de 50x 60, que creo es el único que la tiene, por lo menos es la fábula que contaba, que había cinco en el mundo y él tenía una. Hacía unas naturalezas muertas en polaroids gigantes, tenía algo técnico rarísimo, muy exótico. Estuvo buenísimo. Eso mostró. Eran los noventas, era la fotografía argentina con lo que nos gusta y lo que no. Era el color, era romper los prejuicios, barajar y dar de vuelta.

db - De este lugar experimental pasaste a mostrar en lugares centrales del arte contemporáneo comercial, como la galería Ruth Benzacar ¿Cómo fue esa transición?

Un poquito traumática y placentera también. Mi pase al sistema del mercado del arte, digamos al mercado del arte, para mí sigue siendo traumático pero es una pelea que en el fondo me encanta dar, porque me gusta dialogar con el arte contemporáneo y con el sistema del arte contemporáneo. Yo siempre digo que tengo una pata en la historia de la fotografía y otra pata en el arte contemporáneo. Me encanta estar navegando entre esas dos cosas, sostener ambos diálogos. Es peliagudo pero me encanta.

msd - Me imagino que a vos con tu carrera no te ponen condicionamientos de nada, te pagan súper bien…¿cuál es la parte complicada?

Eeeeee… Todo lo que hay que hacer aparte de sacar fotos, copiarlas y mostrarlas. Hay una presencia y un diálogo que hay que sostener… Yo soy un rebelde, siempre fui rebelde, voy a ser un viejo rebelde y muy adolescente. Y bueno, es una lucha.

Db - Te gustaría que las obras trabajen solas.

Hay una película de Wim Wenders que se llama "El amigo americano", que trata de un artista que se hace pasar por muerto y sigue produciendo en una isla, y vale muchísimo porque está muerto. Me encantaría eso, ser un artista muerto. No estar muerto, claro, pero sí, un artista muerto y que todo el tiempo se descubran nuevas fotos, nuevas series de Goldenstein.

msd – De alguna manera conseguiste invisibilizarte. A contrapelo del sistema de tantos artistas que trabajan con la subjetividad, lo tuyo se parece demasiado a la búsqueda de lo objetivo. Algo que hoy ya podría parecer una pretensión totalmente superada.
 
Si, si querés podría ser… mi objetividad no es como la de los alemanes, ¿no? que es una objetividad científica, técnica. Mi objetividad es como una pregunta. Yo soy objetivo no porque no quiera opinar. Soy objetivo porque no tengo opinión. Soy objetivo porque lo que veo me fascina, me encanta o me atrae, como le podría pasar a un marciano que encuentra algo que le parece extraño, exótico, nuevo, no tiene referencia de eso y le toma una foto. Yo fotografío así. Mi objetividad tiene que ver más con un estado de pregunta que con una idea de turismo o de cientifiscismo. Yo fotografío por lo que no sé, no por lo que sé.

msd - ¿Sos tímido? Es mi última pregunta.

Un poco, sí. Soy menos tímido de lo que parezco y más de lo que quisiera.







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Alberto Goldenstein. Formado en la New England School of Photography- Boston (USA). 1980/83
Exhibió en muestras individuales y colectivas de Argentina, México, Chile, Zürich; Berlin y Madrid.,Su obra forma parte de las colecciones de Fotografia Contemporánea del Museo de Arte Moderno de BsAs, Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Nacional Castagnino (Rosario), MALBA, colección Rabobank y otras colecciones privadas argentinas y del exterior.
Curador de la Fotogaleria del Centro Cultural R.Rojas/Universidad de Buenos Aires, desde su creación en 1995. Curador invitado para el ciclo Contemporánea de Malba (2005).
Vive y trabaja en Buenos Aires.


www.albertogoldenstein.com.ar

 

     
 
     
  SUMARIO  
Año 3 - Numero 33
Diciembre 2013
Tapa
Editorial + Staff
Fotografío por lo que no sé
Entrevista a Alberto Goldenstein
por Dany Barreto y MSDansey
     
Producción fotográfica
por Lena Szankay
     
L´eau en el toilette
Sobre U from Uruguay de Martín Sastre
por Guido Ignatti
     
Adornando el vacío: Ron Mueck
Épica trunca, criticismo y géneros
por Juan Batalla
     
Juliette, el brazo de una chica y los ojos de Nicolás
Sobre Laurent Thurin Nal en la Alianza Francesa
por Mariano Soto
     
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Sobre Ron Mueck en Fundación Proa
por Viviana Saavedra
     
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