por Dany Barreto
 
       
 

Almorzamos en Hermann con Fabiana Ímola y Ale Tosso. Nos atendió un mozo que cada tanto intervenía nuestra comida con chistes que ninguno de los tres entendió. Afuera lloviznaba: 31 de agosto, esas gotas podían transformarse en una tremenda Santa Rosa. Nos metimos al Jardín Botánico a hacer las fotos; Alejandro perseguía a Fabiana disparando con su cámara, yo los seguía disparando a su vez las mías, escoltados por una bandada de bellos gatos. Luego con Fabiana fuimos a una galería de Palermo y salió esta charla.

Empecemos con la parte del deporte
F - ¿En serio?

Sí, me interesa especialmente tu época de profesora de natación. ¿Lo seguís haciendo?
F – No, ahora no, pero sigo nadando. Mi historia deportiva comienza de chica, a los 8 o 9 años empiezo a nadar en el club. Entrenaba con un grupo para competencias. Tenía un entrenamiento de 4 horas a la mañana, volvía a mi casa y otras 4 horas a la tarde, pasaba mucho tiempo en el agua. La natación es un deporte que entrenás en forma grupal, pero que te mete para adentro, es muy solitario. Hasta provoca emociones raras; por ejemplo, cuando era chica me daba vergüenza llorar en mi casa… ¡jajaja! aprovechaba y lloraba abajo del agua, que nadie me veía… jaja.
A los 14 años dejé; ya estaba en otra, con noviecito, bailes… escuela secundaria… Dejé el entrenamiento y no sé qué hice, tuve un impás como hasta los 20 años que me fui a Europa y, cuando volví, no sabía qué hacer y me puse a dar clases de natación. Mis padres tienen una casa con pileta en Fisherton, es un barrio donde todos me conocen y daba clases de natación particulares, individuales, para niños o adultos, pero más que nada para gente con problemas. Fóbicos o miedosos al agua. Me daba mucho placer ver los logros con estos alumnos, como un nenito al que el agua no le podía tocar ni siquiera la cara, ni salpicar. Y empezar todo un trabajo para modificar esto, y a lo mejor el pibe en un año se tiraba al agua y empezaba a ver que podía disfrutar de ese medio acuático.
Hace cuatro años, retomé mi vida de entrenamiento, voy tres veces por semana a un club cerca de mi casa; siempre me gustó la vida de club y me sigue gustando.

¿Vas sola?
F - Tengo un grupo de amigos, con los que nos encontramos generalmente al mediodía, de una a dos o de doce a dos. Con ellos hicimos el cruce al río, en verano, desde la Florida de Rosario a Vladimir, que son 14km.
Nadar en el río es algo que empecé a curtir ahora de grande. Y también ahora arranqué con el kayak, es algo que estoy haciendo copada porque te podés meter en todos lados; en la isla, colgarte en un lugar… pasar un fin de semana… no sé, de golpe un día, diez de la mañana, digo ¿qué hago? y agarro la bici, me busco el kayak, me llevo el mate, fruta… y ya; la cabeza se libera de todo.

¡¡¡Que programón!!!!
F – ¡Ay, sí! Esos paisajes de arena, agua, cielo, vegetación, arcilla… Encontramos esos piletones de arcilla, que están rebuenos para jugar y quedarte ahí, a relajarte. La vegetación en la isla es algo que me gusta mucho… esos sauces… ese río… me costaría mucho vivir en un lugar donde no haya ese escape, el agua cerca… me voy a dar un paseo al parque, veo el río y me cambia la energía.
Los veranos la paso bárbaro, si no puedo irme de vacaciones no importa.

¿Cómo eras de chica?
F - Muy callejera. Me encantaba hacer las chocitas, todo ese tipo de juegos, con troncos, con ramas. A veces cuando pienso en eso de haber tenido una infancia así, donde había una plaza, unas vías, jugábamos mucho,
creo que en esa época está mi primer acercamiento a la plástica: esas chocitas que armábamos.
Vivíamos en una calle de tierra y cuando la iban a asfaltar trajeron unas piedras como armadas de una arena dura, nos pusimos a modelarlas.
También de chica me encantaba ver a mi viejo haciendo los preparados de laboratorio en la farmacia que tenía; yo siempre lo quería ayudar con el mortero… me gustaba verlo como se compenetraba en su trabajo, tiene como esa cosa de jueguito de bioquímica, de crear, de mezclar una cosa con la otra…
Me mandaban a un taller de dibujo y pintura, mi profesora se llamaba Irma, pero me hacia dibujar todo copiando. Justo el otro día mi madre me regaló la carpeta con alguna de esas pinturas y dibujos, ahí me veía mejor en la pintura que en el dibujo.
Era la típica profesora de barrio que te hace copiar. Yo era buena, hasta que un día me dio para hacer un paisaje donde llovía, tenía que representar las cuatro estaciones y esta era el otoño ¿Sabés que hice? con lápiz muy fuerte marqué las líneas de la lluvia. Lo vio y se enojó, y me dijo: esto está mal, y me lo rompió en la cara y no quise ir nunca más; le dije a mi vieja: no quiero ir más.

¡Jajaja! ¿A vos te gustaba tu dibujo?
F – Jajaja. ¡Sí! Yo estaba contenta con mi dibujo de la lluvia. Tengo más anécdotas de este estilo…me acuerdo cuando empecé a hacer la primera clínica de obra, resulta que yo estaba en la facultad, en la escuela de Bellas Artes de Rosario; imaginate que yo iba con los trabajos que hacía de flores disecadas tipo ikebanas y el profesor me decía, “¡pero esto es decoración!”.

¿Cómo empezaste a trabajar con esos materiales y esas formas de ikebanas?
F –Creo que viene de mi familia. Tenía una abuela y una tía abuela que les encantaban las plantas, vivían en un típica casa de clase media y tenían en el patio muchas plantas colgando, helechos y pájaros. A la mañana salían a hablar con las plantas, una le ponía la radio y la otra, le decía “ay que helecho más divino, ¡mi amor!”, y lo tocaban… a mí me encantaba verlas.
Me gustaba también ir al mercado de las flores, y en una época fui a aprender ikebana y arreglos florares.

¿Qué te provocaba lo efímero de estos materiales?
F – Lo efímero hizo que cambie, me llevó a buscar otro material. Cuando los coleccionistas veían estos trabajos les encantaba pero no se animaban. También usé unas flores que disecaba y teñía, y con el tiempo el color desaparecía.

¿Cuál fue la crítica de tu profesor para estas obras?
F – ¿Qué es esto? me dijo. Esto no es una escultura, no es una obra de arte, es un ikebana, es decoración. Y me conflictuó, dije “esto ya no va”. Cuando estás en etapa de aprendizaje sos muy vulnerable a estas cosas. Por suerte, después pude conectar con Gumier Maier para hacer clínica de obra y me vine a Buenos Aires; y ahí él me dijo ”no, ¿cual es?”; él me rescató.

¿Cómo llegaste a Gumier? ¿Ya lo conocías?
F – No, no conocía ni su obra, y con eso paso algo bastante particular porque mucha gente veía similitud en nuestros trabajos por sus formas, pero él llegaba a esas formas desde la arquitectura y lo mío era más orgánico, más de la ficción. Yo lo que sabía era que él estaba haciendo toda la movida del Rojas, que estaba muy buena. Román Vitali en esa época estaba también haciendo algo en Buenos Aires y pudo conseguirme el teléfono y ahí lo conecté. Gumier me presentó a Fernanda Laguna de Belleza y Felicidad, ahí hice unas muestras.

¿Primero hubo una muestra en el Rojas?

F – Sí, primero el Rojas, donde mostré los laburos con semillas y otra donde hice unos dibujos con fibrones…

Gumier dice que tu statement de esa época es el más incorrecto que leyó.
F – ¡Jajaja! Sí, totalmente incorrecto mi statement, decía: “son dibujos de líneas negras que los decoro con dorado y plateado”. Ese era todo mi statement, jajaja.
A mí me gustaban esas formas sublimes, esas curvas, y quedarme recopada con eso… era muy obsesivo mi trabajo, tenía un dibujito dentro de otro, como un entramado en tinta, fibrones, fibras de colores, sintéticos, flúos con olores, con perfumes.

¿Después de los dibujos qué vino?
F – La computadora. Empecé a investigar y a aprender programas específicos tipo autocadad, para hacer las curvas, porque me servía para eso, y así de a poco empecé a incorporar la computadora y también empecé a ver que la otra obra, la de los vegetales, era complicada por lo efímero.
Entonces aparece el metal y las ganas de querer hacer un objeto precioso, hermoso, lujoso… Me daba esas posibilidades, las formas con este material fueron cambiando, de unos arabescos llenos de curvas me fui a formas más espinosas… fue cambiando mi obra, que está muy basada en los dibujos que hago; si bien hice pocas muestras de dibujos, es la base de todo mi trabajo. También ahora empecé a incluir la fotografía, en el sentido de un registro de ciertas formas orgánicas, que después dibujo y redibujo en otro programa.
También me pasó de basarme en unas aguadas de tinta que hice en una época que me fui de vacaciones a Brasil, a la isla do Mel; juntaba cosas del mar, ramas, troncos, y a la noche en la posada, con unas velas y papeles, proyectaba las sombras y dibujaba esas sombras en aguadas, y de ahí lo pasaba después a esa cosa dura y mecánica de la chapa.
Me gusta que en mi obra se vea eso, que siendo que el metal es tan duro y frío conserve la fluidez de una aguada, o la liviandad de una enramada… una cosa así… ese punto de tensión y contraste… que a su vez es también un objeto que trabajo con la luz y la sombra.

Tenés obras donde la sombra está primero.
F – Sí, tengo piezas en blanco, ramas de chapas en blanco que se invisibilizan ante la sombra; son obras que surgen de la sombra y vuelven a serlo.

¿Cómo son tus experiencias con las residencias?
F – Hice una en Córdoba y otra en Berlín. Te enriquecen, te da ganas de ver cómo trabajan los otros, cómo pintan, te contagian, ves a otro que labura con cerámica y decís ¡qué bueno! Sociabilizar me encanta, contagiarse para producir, porque por ahí tengo momentos donde produzco… pero no soy una artista que produzco siempre o tenga espacio de producción terapéutica en mi casa. Trabajo en casa, pero como mi obra es industrial voy tercerizando trabajo. Por ejemplo mando a cortar, llevo a otro taller donde sueldo, a otro donde pintan y le dan el acabado, y luego la obra viene a mi casa - taller y ya hago todo el trabajo de embalaje.
Trabajar con colaboradores está bárbaro; yo no lo podría hacer y me accidentaría muchísimo… me gustaría aprender a soldar, pero no sé si tengo ganas de hacerlo yo…¡jajaja! cada vez menos trabajo físico, si pudiera tendría muchos asistentes sin ningún problema.

¿ Trabajaste en grandes tamaños?

F - Lo hice para una casa de campo; son unas piezas rojas, caladas, de 11 metros de pared; 6 piezas de 3,50 x 2 mt cada una, sobre una pared de piedra. Yo hice un proyecto para ellos que no era este; era una enredadera de cobre, pero les pareció muy dark, muy freaky, muy Cruela de Vil me dijeron, ¡jajaja!
Me interesaba cómo iba a envejecer el cobre en ese verde, me gustaba la idea…
Y el año pasado en la Bolsa de Comercio usé vinilo sobre vidrio y la obra calada como en negativo; entonces la luz de la sala aparece reflejada por distintos lugares.
También presenté proyectos a dos convocatorias para la fachada del Macro: el primero era todo en blanco y negro, con líneas curvas, y el último que presenté es el de la enredadera orgánica, que me encanta, pero quizás es un proyecto para un presupuesto alto, que como siempre no hay, porque requiere todo un trabajo de moldería, como un negativo de vinilo o un stencil gigante.

¿Cómo fue la beca Kuitca?
F – Fueron dos años de 2003 a 2005. No vivía en Buenos Aires, entonces lo hice como oyente, eso significa que no tenés taller ahí pero venía todas las semanas a las presentaciones; un día a la semana cada artista presenta obra a todo el grupo, y todos hablan y opinan sobre esa obra. Teníamos entrevistas con Guillermo y presentaciones cada tres meses.

¿Qué obras estabas haciendo durante la beca?
F - En ese tiempo cambié, yo venía de las obras curvas y empecé con las blancas de recortes con sombras.
Ahí adquirí un entrenamiento para hacer obra veloz, mucho más de lo que estaba acostumbrada, te exige mucha producción, animarte a explicar tu obra y a dejarla abierta… generalmente a mí me pasa que enseguida tiendo a cerrarla. Me permití experimentar con algunas cosas, creo que tuve un montón de ideas de proyectos que no pude concretar; pero qué bueno… fue un periodo de mucho trabajo y de estimulación constante.

Contame sobre lo que hacés en la colonia psiquiátrica.
F – El trabajo en el psiquiátrico me da fortaleza espiritual, me hizo crecer en muchos aspectos, me hace sentir fuerte… te pasan cosas. Me gusta estar en el taller con ellos, son psicóticos que no paran de pintar, hay que sacarles los cuadros para que paren. Prefiero toda la vida eso que a lo mejor un taller donde están todas las viejas neuróticas, eso no lo soportaría…

¿Conocés el psiquiátrico de Río de Janeiro de donde salió Bispo do Rosario?
F – Estuve leyendo sobre la psiquiatra que creó esos talleres, que los llaman oficinas terapéuticas… A mí me pasó algo así en el hospital, ahora se estrena una película de un director de Rosario, Rubén Plataneo, que se va a llamar “Tanke PAPI”. Es un documental que muestra todo lo que fui haciendo con un paciente del psiquiátrico, Aníbal Brizuela, al que inserté en el ambiente del arte. Descubrí su obra en el hospital, no es que él empezara a hacerla en mi taller; descubrí eso y le otorgué un valor de obra a esa producción; empecé a juntarla ya hace diez años, a pedir salas, a mostrar sus trabajos. Son dibujos, que me gusta montarlos como tapizando las paredes, porque tiene una cantidad infinita de obras. Dibuja todo el tiempo, salvo a la mañana que cumple con un trabajo en la administración…
Muchos dibujos tienen algo como de ingeniería mística, esa geometría de iglesias, de templo. Tiene distintas etapas… una relacionada con las enfermedades, otra con el FBI, otra más espiritual, otra yoguista, sobre brujos, todos delirios distintos. Él lo hace como una cosa performática, porque va dejando los dibujos en distintos lugares de la administración, como si dejara mensajes. Cuando yo armo los montajes se para frente a las obras, como si fuese un oráculo y siempre me dice lo mismo: ¿sabrán entender? ¿lo van a saber descifrar?

Se supone que vos sí.
F – Claro, el dice que yo soy su hada madrina, imagínate que ha vendido obra… así que por lo menos tiene su plata, hacemos salidas… Compartimos la muestra en la galería Del Infinito, y lo llevé a mostrar en Belleza y Felicidad.
Al taller van los que tienen ganas y se copan con eso, es muy terapéutico en el sentido que acota mucho el sufrimiento, hay pacientes graves como Miriam que hizo una cantidad de obra increíble. Generalmente trabajan con el soporte de otra obra, yo les muestro autores y ellos trabajan tomando esas imágenes, tipo Van Gogh, Matisse, de la historia del arte; ellos mismos van buscando… para la psicosis el espacio en blanco es lo más fuerte, necesitan una ayuda. Este trabajo me ha ayudado a pensar la vida, a pensar la producción subjetiva, a ser mejor persona en muchos aspectos.

¿Cómo surgió la muestra “Sombra de toro” en la galería Del Infinito?
F – Empecé el proyecto con dibujos que tenía. En la residencia en Córdoba hice unos que presenté con unas ramas adelante provocando más sombras; los dibujos en realidad surgen de esas ramas. Y los mostré así, como para que se vieran a través de eso. Entonces me empecé a copar en hacer en la galería algo parecido. Me encontré con unos amigos diseñadores de jardines, me presentaron a la directora de Parques y Paseos; y apareció un nudo de este árbol, sombra de toro. Me encantó y me dijeron “te lo corto y te lo llevás a tu casa”, y ahí lo transformé. Era gigante, pero entró en el living. Lo tuve un mes ahí, acomodando el material… y mientras, fui haciendo la obra de metal y la de vidrio. Solo tenía los dibujos… además, ahí surgió el título de la muestra, que generalmente es un tema que me cuesta bastante

Una vez que tenés todo montado, el día de la inauguración, ¿te relajás, la disfrutás?

F – Sí, ahí sí. Después de la inauguración es el problema. Me agarra un vacío, a los pocos días de inaugurar me entristezco, ese después del stress, mmm… El día de la inauguración disfruto, me gusta que la gente diga cosas de mis trabajos o me pregunten. Generalmente la paso bien… me copetineo un poco… ¡jajaja! Eso ayuda para relacionarse y aflojar un poco el superyó.
En ciertas cosas me cuesta exhibirme, por ejemplo cuando me piden un escrito, como Bola de Nieve; lo tengo colgado y es algo que no hice nunca… o la pagina web, me está costando un montón; tengo un diseñador pero tengo que ponerme yo, organizar el material, las fichas técnicas, etc., esas cosas son las que más me cuestan… me gusta más hablar de mi trabajo que escribir, soy más de estar en el taller experimentando, más una artista del vínculo con la obra, o de irme en kayak a buscar imágenes, mirar las plantas en el río… y no de la parte más intelectual de quedarme escribiendo, no viene por ahí lo mío. Sí me encanta ver muestras, lo necesito, eso me gusta mucho.
Cuando monto una muestra, la ilumino y miro, me da un placer tan grande ver que funciona, me sorprende y me digo: qué bueno quedó… Sacás la obra de tu taller y se convierte en otra cosa, otra obra. Esa sorpresa me da mucho placer.



Fabiana Ímola(Rosario, Santa Fe, 1967), 
es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario, ha realizado clínicas de obra con  Juan Pablo Renzi, Pablo Suárez y Gumier Maier. Perteneció al programa de becas de Guillermo Kuitca y, en el año 2006, recibió el Premio a las Artes Visuales de la Fundación OSDE, para la sección Escultura y Objeto. Ha participado en numerosas muestras colectivas y premios. Vive y trabaja en Rosario, Pcia. de Santa Fe. http://www.fabianaimola.com
fimola3@hotmail.com

 
Proyecto in situ
1998
Elemento vegetal intervenido.
Enredadera enamora da del muro, podada siguiendo el crecimiento de la planta.
 
Sin título
1999
Calado en madera con inclusiones de elementos vegetales: 136 x 90 cm y 143 x 82 cm
Colección MACRO
 
Paisaje perteneciente a la serie Chia / Jen
2003
Corte láser sobre metal y pintura en polvo horneable
55 x 156,5 x 7 cm
Colección MACRO
 
Dibujos
1998 / 2000
Sin titulo
Fibrones de esmalte sintetico sobre papel
1.10 x 0.70 cm
 
Dibujos
Sin titulo
Año 2009
Técnica: film poliéster y tinta china
120cm x 300cm·
3 piezas
 
S/T
2005
Corte láser sobre metal, y pintura epoxi
5 piezas metálicas de medidas variables
2, 00 x 4,00 metros
 
S/título.
Instalación
Año 2008.
Técnica: corte láser sobre metal y pintura epoxi, y vinilo autoadhesivo
Medidas: 30m2
Contiene: 9 piezas metálicas, 7 color blanco y 2 color negro- 2 Dibujos, grafica negro mate ploteada.
Límite Sud / South Limit.
 
Art in situ
De la seria Chia / Jen
Año 2008
Técnica de uso industrial; Corte láser sobre chapa de 4mm de espesor y pintura policromada
Medidas de cada pieza 300 x 150 x 20
Total 5 piezas únicas
 
Detalle Art in situ
De la seria Chia / Jen
Año 2008
Técnica de uso industrial; Corte láser sobre chapa de 4mm de espesor y pintura policromada
Medidas de cada pieza 300 x 150 x 20
Total 5 piezas únicas
 
Dibujos
Sin titulo
Año 2009
Técnica: film poliéster y tinta china
120cm x 300cm·
3 piezas
 
Mesa Intervenida
Corte láser sobre metal, pintura epoxi
7 piezas metálicas y una mesa de madera
Medidas variable 10 cm, 130 cm, 140 cm, 150 cm, 160 cm, 170 cm, 180 cm
Mesa 100 cm x 120 cm x 40 cm
 
Sin título, 2009
Instalación de piezas de acero inoxidable cortado con láser
18 piezas de medidas variables, medida total 250 x 400 cm
 
S/T
Instalación
Año 2009
Vidrio templado incoloro de 4mm con grafica blanca ploteada
Medidas: 9 vidrios 100 cm x 70 cm S/S/
 
Concurso Nacional para diseño de la pintura exterior del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario
 
     
 
     
  SUMARIO  
Año 1 - Numero 2
Tapa
Editorial + Staff
Lectores
Imágenes a ojo de kayak
Entrevista a Fabiana Ímola
por Dany Barreto
     
Producción fotográfica: Fabiana Ímola
por Alejandro Tosso
     
UNDERWORLD PVT
Sobre las suspensiones en privado de La Negra
por Guido Ignatti
     
Apocalipsis ya
Mauro Koliva en Vasari
por M. S. Dansey
     
Pasarelas de la sedición
Arte Latinoamericano en el MUSAC.
por Andrés Isaac Santana
     
Es la libertad, estúpido
EAC de Montevideo + Pasado | Presente en Telefónica
por Juan Batalla
     
Notas sobre notas (parte 2)
Sobre la página web: Tecnologías expandidas - Untref. Varios autores.
por Carlos Baragli
     
Calaveras y diablitos
Sobre el museo del Títere
por Mariano Soto
     
Fight the real enemy
Sobre confundir un final de fiesta con una obra
por Mariana Rodríguez Iglesias
     
Dr. Selva & Kid Yarará
Cómic
por Charlie Goz y Mari Bárbola
     
Foro de opinión
Federalismo
     
  EDICIONES ANTERIORES  
Año 1 - Numero 1
     
     
     
     
     
     
     
   
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