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           Jacques  Bedel presenta un sólido batallón de obras recientes que ocupan dos salas del  museo. Hay algunos trabajos de este año, y otros que remontan al comienzo de su  indagación en torno a las posibilidades que le ofrecen las superposiciones de  plásticos. Estos admiten añadidos matéricos e impresiones, siempre sobre  formatos planos: son obras de pared. Lo cual es un factor interesante en un  artista como Bedel, que de seguro concibe su imagen sobre todo desde la  tridimensionalidad, dada su estirpe de arquitecto y la probada veta de  escultor. Esto hace que los cuadros se desborden, porten una carga de ideas y  una retórica fuerte y dinámica, en desafío a la bidimensionalidad y a un  grandiosismo que entonces se agradece.  
El  clima es operístico y cósmico. La supuesta sonorización aceptaría el sonido que  captan las sondas dedicadas a recuperar las vibraciones que emite el universo  desde miles de años luz. Según teorías, el primer sonido que existió no fue el  de la explosión del Big Bang, sino un gemido agudo que fue creciendo, y que fue  desencadenante de Todo. Un gemido que engendra, pero que no podemos imaginar  sin pavor. La existencia como desgarro maravilloso. Y ese deleite espeluznante  es el que marca estas obras de Bedel. Que, claro, son la consecuencia de una  incesante búsqueda en ese sentido, llevada a cabo a través de gran parte de su  carrera artística. Ciertamente un rara avis desde este presente que mayormente  se ciñe a una virulenta intrascendencia o a la inmediatez política.  
Y en  el trayecto de Bedel hay también humor, ironía, y algunas observaciones acerca  de la realidad humana y urgente. Los retratos sensibles, sensuales o graciosos.  Las reminiscencias a asesinos silenciosos (virus), que se identifican en las  obras monocromas o transparentes que, al ser penetradas por la luz, configuran  un mapa de presencias malignas, tensan la cuerda; primero de la representación  y la abstracción, y luego de la ironía de ver agigantados a estos infinitésimos  killers seriales dedicados exclusivamente a ello: los virus no desarrollan una  vida que como efecto colateral nos mata, sino que están ahí solo para asesinar,  lo cual resulta más agraviante. Y, pensando en el contacto con la realidad  humana más dura, vemos paisajes que permiten adivinar explosiones en el  desierto, un Irak con el humo negro de los pozos petroleros en llamas que  aprendimos a reconocer a través de las fotografías. En este caso la utilización  de los materiales plásticos se prueba una elección particularmente feliz, ya  que la representación logra pintar una violencia tremenda con gracia y  exactitud poética.  
El  material que utiliza Bedel en la serie es continuidad de una vocación trash,  povera en la elección del medio, pero cuya búsqueda y resultado final lo alejan  completamente de esas estéticas, encuadrándolo en la orden de los artistas  sofisticados en sus realizaciones y puestas. Ya en otros segmentos de su  carrera había preferido esta calaña de materias primas para llegar a puntos que  expresan algo diametralmente opuesto. Rasgo latino de un artista cosmopolita.  
Los  paisajes, que conforman la mayor porción de la muestra, son los que más  refieren, entrelazándose con las imágenes de los virus, a un cosmos  apabullante, que invita a percibir su sincronía y perfección, para luego, en  medio de nuestro sobrecogimiento, tomarnos por la fuerza con la certeza de  soledad infinita. Otros muestran espacios terráqueos; el río, un glaciar, pero  los títulos previenen que lo que en ellos está en juego sigue siendo disputado  palmo a palmo entre el acorde universal y la nada.  
          La  exhibición por último incluye varias imágenes compuestas a través de una  impresión fotográfica sobre los plásticos. Algunas de esas obras fueron  exhibidas en la muestra de 2008 en el Museo Nacional de Bellas Artes, y luego  seguimos su evolución en recientes BAPhoto. Resulta riesgoso, interesante y,  seguramente, un camino a seguir explorando en los próximos tiempos.   
            Afortunadamente,  Bedel editó dos grandes libros en los últimos años. El primero, al tiempo de su  muestra retrospectiva en la   Cronopios del Recoleta, es una mirada al grueso de su  trabajo. Mientras que el segundo se centra particularmente en este cuerpo de  obras que se exponen en el MACLA. Son ediciones muy completas, que incluyen  ensayos interesantes como el de Ana María Battistozzi, y cumplen también la  función de catálogos razonados. En tiempos en que, tras la expansión de los  libros de arte a partir de la crisis de 2002, se cierra nuevamente el acceso de  artistas argentinos a ediciones importantes, se puede apreciar en toda su  dimensión el valor de contar con este tipo de material.  
            Aproximaciones  al mal, la garra de Dios, nos queda la sensación de que allí atrás de todo,  ahíto de antimateria y cultivando el desasosiego y el vértigo que nos  circundan, existe, sino un dios, acaso un gran bastardo último que baila y al  hacerlo genera el aullido, el movimiento, en el corazón del escalofrío cósmico. 
            Y  que Bedel es el artista con el coraje para enfrentarlo y plasmar registros de  su proceder. 
          En lo que excede a esta exhibición, de la  visita al MACLA nos queda la sensación de un desnivel  entre las distintas propuestas, tales como la  muestra de arte Inuit proveniente de Canadá de la que esperábamos más que un  conjunto de artesanías. Y la añoranza por tiempos en los que se pensó en tales  términos que provocaron la construcción de una estación de trenes como esta,  ahora reciclada en museo y centro cultural. 
            Pero  salimos al diciembre platense de tilos, dándole vueltas a la muestra de Bedel,  que no defrauda; va a más, experimenta, teatraliza, recorta, revela y nos  permite gozar de una persecución implacable, paso a paso, por todo el cinturón  de la Vía Láctea  (para empezar).  
            Bedel,  avisá cuando lo tengas acorralado. 
            
  
(Jacques  Bedel en el MACLA, salas 4 y 5 del Museo. Calle 50 entre 6 y 7, La Plata. 
Hasta  el 31 de diciembre, martes a viernes de 10 a 20 y fines de semana de 16 a 22 hs) 
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            | Retrato de Flo | 
           
          
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            | MACLA de La Plata | 
           
           
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