Sobre el Museo Participativo de Ciencias
por Mariano Soto
 
Experimentos con colores    
 

El Museo Participativo de Ciencias “Prohibido no tocar”, está ubicado en el Centro Cultural Recoleta, aunque no presenta con éste ninguna dependencia administrativa, sólo el alquiler del local. Ocupa un primer y segundo piso con amplios espacios rediseñados para optimizar la separación del guión en once módulos temáticos: percepción visual, alta tecnología, fuerzas de la Naturaleza y arte, son algunas de las temáticas abordadas. Es un museo didáctico y conceptual; no tiene una “colección” en el sentido entendido tradicionalmente; no veremos en él la Historia de las Ciencias a través de alambicados aparatos de siglos anteriores. Y esto resulta refrescante y bienvenido ya que, como bien dice la bastante joven Ciencia de los Museos, éstos pueden partir no sólo de una valiosa o curiosa colección, sino también de un concepto, o de una intención pedagógica, reflexiva, de recreación histórica, cultural, étnica, etc. Las antípodas del “gabinete de curiosidades”… y eso se agradece y se festeja.
El Museo Participativo de Ciencias dice lo que tiene para decir a través de simples e ingeniosos objetos utilitarios que reproducen fácticamente fenómenos naturales o tecnológicos que son explicados luego a través de breves carteles informativos. Estos objetos a veces tienen un aspecto, es cierto, un poco primario o hasta tosco en su confección; o con cierto aire pueril, debido también a que el museo recibe un público más que nada infantil y preadolescente. Pero esto no le quita casi nada de su valor intrínseco: lo que importa aquí es lo que se vivencia y se asimila y, encima, muchas de esas experiencias cognitivas tienen un valor estético enorme: ¿qué más hermoso que ver el agua en movimiento, rayos de luz coloreada o sentir experiencias sonoras hasta entonces ignotas?
Trasponiendo el acceso y la boletería, a la derecha ya podemos comenzar con el recorrido. Esta primera sala está dedicada a la percepción visual. A través de simples módulos-instalaciones en diversos materiales, podremos vivenciar desde el disco coloreado giratorio de Newton (el blanco es la suma de todos los colores) hasta diversos ejemplo de la Teoría de la Gestalt. Ayudados por leyendas explicativas o accesorios según la necesidad, su riqueza consiste en permitirnos comprobar empíricamente los fenómenos sobre los que estamos leyendo. Una necesaria interrelación entre teoría y práctica que promueve el conocimiento del entorno y a la vez estimula sensorialmente.
Pasando el sector de los fenómenos mecánicos está una de las salas más interesantes, y de las más ricas también, en cuanto a la relación con el presente inmediato: las distintas tecnologías y sus aplicaciones. En éste espacio –la oscuridad casi total salvada por la luz de los monitores le da el toque “contemporáneo” justo-, se explica y se puede experimentar en máquinas individuales, ese mundo “desconocido” con el que convivimos: internet, GPS, realidad virtual, digitalización de imágenes.
Hay, por ejemplo, todo un sector dedicado a los diferentes radares. Sentándonos ante algunas de las pantallas podremos identificar los distintos tipos de climas en cualquier lugar del mundo; ver lo que detecta el radar que muestra el entorno del museo; precisar la velocidad a la que pasa un coche siguiéndolo con el cursor del mouse o interactuar con un GPS eligiendo –o no- el camino correcto de un punto a otro. Una experiencia lúdica que nos saca hacia afuera el “niño interior”....
Una observación es que algunos de los textos que aparecen en las pantallas presentan algunos errores de redacción y sintaxis, pero esto es apenas un detalle.
Al lado, nos encontramos con un botón rojo que invita a ser pulsado y un disco listo para hacerlo girar. Accionando ambos mecanismos, obtenemos una prueba sonora del efecto Doppler: el sonido se acerca y se aleja con las ondas emitidas por el girar del disco.
Enfrente, encontramos varias PC dedicadas a ilustrar el campo de la cibernética e internet. Lo más interesante resulta un simple pero divertido menú interactivo en el que podemos crear un personaje de realidad virtual con varias opciones predeterminadas para dotarlo de rostro, entorno y situaciones. Incluso nos permite tipear cualquier frase que querramos que este personaje diga y lo hará. Tal vez se hubiera podido crear un menú con algunas opciones más vistosas y complejas, pero así la función didáctica igualmente se ve cubierta.
En éste punto, recuerdo una muestra que se exhibe actualmente en el CCEBA (*) sede San Telmo: Medialab. Proyectos 2008-2010. Allí exhiben distintos artistas que trabajaron durante los dos últimos años en el desarrollo de obra artística interactiva y realizada a través de recursos de alta tecnología. Son obras que responden a estímulos del espectador (ya sea por tacto, emisión de sonidos, manipulación directa o indirecta), el cual, entonces, deja ya de ser pasivo observador para formar parte y completar o, incluso, darle sentido a la obra. Particularmente me parece una de las más interesantes vías por las que puede transitar hoy el arte contemporáneo para dar con nuevos desafíos que, por un lado, reflejan lo que constituye gran parte de nuestra vida cotidiana como es la tecnología, pero, por otro, dan la oportunidad de explorar jugosos cruces interdisciplinarios y lograr una actualización de lo considerado “estético” u “objeto artístico”; yendo por caminos ligados a la interconexión de todo y todos proveniente, por ejemplo, de la física cuántica.
En la segunda planta hay varios espacios que abordan distintas temáticas, pero vamos a concentrarnos sólo en tres de ellos. Ni bien acceder nos encontramos a nuestra izquierda con el primer módulo expositivo, dedicado a las artes plásticas. A través de textos breves y claros conceptualmente encontramos desde una definición profunda y aggiornada de lo que el arte es, hasta otra sobre el concepto filosófico de Estética o tópicos concretos como el de perspectiva, color, materiales, etc.
La Historia del Arte Occidental contada a través de la línea de tiempo, resulta un recurso más previsible pero no menos efectivo y didáctico, asociando períodos con imágenes determinadas. Los contenidos teóricos (brevísimos y claros) sobre los ismos del siglo XX y la actualidad en el arte están bien dirigidos y denotan un criterio de gnosis sobre el tema.
Luego, un acertadísimo juego ayuda a asociar períodos históricos con imágenes artísticas producidas en ellos, mezclando o religando reproducciones de obras de arte en cada una de las caras de cuatro discos giratorios. Hasta el título del juego es oportuno: “Juguemos con arte”. Algunos otros ejercicios prácticos relacionados con la idea de perspectiva y los rompecabezas con obras emblemáticas se llevan las palmas, especialmente el puzzle para armar la icónica versión de la Marilyn de Warhol.
En el módulo llamado Fuerzas de la Naturaleza, podemos deslumbrarnos viendo como, en un enorme estanque de vidrio (decorado por debajo con una reproducción de la maravillosa estampa “Tsunami” de Hokusai), pulsando un botón, generamos, a través de un sistema mecánico, un movimiento análogo al de las olas. Si a esto le sumamos que al lado hay un tanque en el que podemos crear nosotros mismos, a través de un manubrio, un vórtice de agua que nos deja mirando como hipnotizados el largo y perfecto remolino… bueno, llegamos a la conclusión de que el agua tiene un inmenso poder sobre los humanos. Estético y espiritual.
El último tramo de la visita también guardaba sorpresas y revelaciones. Dos sectores dedicados a descular el fenómeno de la luz, el sentido de la vista y algunos instrumentos ópticos, dan el tono más lúdico y experimental a la vez. Juegos de variados tipos de espejos, en los que la certeza de lo que es “real” y lo que es sólo “ilusión” se confunden, no sólo aportan, me parece, conocimiento sobre la mecánica del ojo humano sino también –y esto lo mejor- una buena vía para lograr una visión más holística de lo Creado, en la que ilusión y realidad pueden mezclarse, complementarse e interactuar.  Espejos cóncavos y convexos que nos devuelven imágenes que parecen ser y no son y un caleidoscopio tamaño natural ponen la nota. También resultan cautivantes las sombras de colores, en las que uno puede producir, según donde se posicione, su propia sombra teñida de un color, de otro o de los tres colores juntos. Toda esta parte, en donde también predomina la oscuridad para realzar lo que se está viendo, me parece en sí misma atractiva en un sentido estético. Los láser coloreados, la multiplicidad de espejos creando imágenes virtuales y las “mesas de colores” donde figuras y filtros plásticos se conjugan para demostrar fenómenos ópticos, resultan objetos atractivos en sí, más allá de su interesante función pedagógica; ya que recuerdan en algo –como todo el museo en general- a las Ferias de Atracciones que vemos desde siempre en las películas…
Una observación con respecto a la cartelería explicativa es la de que a veces no resulta fácil comprender que acción se nos está pidiendo que realicemos para participar del experimento; pero esto es comprensible también por el hecho de que una explicación demasiado extensa resultaría agobiante, y además existen las visitas guiadas para, sobre todo en el caso de las escuelas, fortalecer la parte empírica con la mediación de un guía. Y una crítica que encuentro para este museo que goza de tantos aciertos, es que entre veinte y quince minutos antes de la hora de cierre el personal empieza a desplegar una suerte de molesta persecución solapada por las salas recordándonos (tácitamente) que nos queda poco tiempo dentro. Si los coordinadores de la institución fueran conscientes del malestar y presión que esto provoca en el visitante no permitirían que esto ocurriera, máxime tratándose de un museo que cobra entrada. Un pequeño defecto que, pulido, haría todavía más grata la visita, ya de por sí tan interesante.
Faltan unos minutos para el cierre mientras gano la salida seguido de cerca por los mastines del lugar…
Y aparece una conclusión: el paradigma de separar las ramas del Conocimiento Científico y de las Artes en compartimientos estancos pasó ya su etapa histórica de fecundidad y se volvió estéril. Las diferencias rígidas entre lo “bello” y lo “informativo” se flexibilizan y empiezan a licuarse, a fundirse, contaminándose una a la otra. Como un preparado en un tubo de ensayo. O la pintura en un lienzo.

(*) CCEBA: Centro Cultural de España en Buenos Aires

 

 


El Museo Participativo de Ciencias funciona dentro del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, CABA, y su horario de verano es de lunes a domingos de 15:30 a 19:30hs.
La muestra Medialab Proyectos 2008-2010, puede visitarse en el CCEBA, sede San Telmo, Balcarce 1150, hasta el 18 de diciembre.

 
Vista general de la sala
Juegos de percepción visual
Radares y dopler
Realidad virtual
Cámara Lúcida (derivado del proyecto Maquetas y Miniaturas) Instalación interactiva de Chrstian Parsons. Muestra Medialab Proyectos 2008-2010, CCBA
Historia del Arte
Detalle de la capa
Fuerzas de la Naturaleza
Sombras coloreadas 2
Efectos ópticos 2
Abajo: Rayos laser en espejo cóncavo    
 
     
  SUMARIO  
Año 1 - Numero 5
Tapa
Editorial + Staff
Lectores
Los estimuladores
Entrevista a Pablo De Monte y Carlos Bissolino
por Dany Barreto
     
Producción fotográfica: De Monte y Bissolino
por Jorge Miño
     
Pequeña cosmogonía contemporánea
Sobre el Patio del Liceo
por Guido Ignatti
     
Hipótesis transparentes
Sobre Jacques Bedel en el MACLA
por Juan Batalla
     
Insospechada belleza del vórtice y la fibra óptica
Sobre el Museo Participativo de Ciencias
por Mariano Soto
     
Opereta revolucionaria en el hospital psiquiátrico
Colectivo Sonoro toma el Centro de Salud Mental Arturo Ameghino
por M.S.Dansey
     
Franklin Evans: los efectos del tiempo y la repetición
Sobre times2 en Milán
por Gabriela Galati
     
De la intemperie
Remix callejero y gramática visual
por Alejandro Taliano
     
Affaire Internacional
Tejiendo el infinito / Nnenna Okore
diálogo con Juan Batalla
     
Dr.Selva / Kid Yarará
Cómic
por Charlie Goz y Mari Bárbola
     
Foro de opinión
Lo mejor y lo peor de 2010
     
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